La ermita de la Regalina fue erigida en 1931 por iniciativa del padre Galo; en un intento de atraer al lugar a los devotos de la Virgen y más gente que quedaría prendada por las hermosas vistas del lugar.
Desde la cuidada pradera que rodea a la ermita podemos divisar la playa de la Ribeirona y el resto de acantilados de infarto que componen la panorámica. También acompañan a la ermita dos hórreos (construcciones típicas en el norte de España que nacen de la necesidad de conservar los alimentos en lugares de invierno largo frio y húmedo con cosechas tempranas, principalmente Asturias y Galicia, con sus muchas variantes, el alimento era alejado de la humedad y de los animales, principalmente roedores, los pegollos son los pilares que lo yerguen del suelo y las muelas son las piedras planas colocadas de forma horizontal para evitar la intrusión de los roedores). En el pueblo existen casi 100 hórreos que le dan un marcado carácter rural.
A finales del XIX fue un foco de emigración a América del Sur lo que ha dejado una importante huella de la arquitectura indiana.
En sus orígenes el pueblo de Cadavedo, que proviene de «cádavo» («toxo o tojo») ya que las tierras del pueblo eran proclives al desarrollo de este duro matorral, fue puerto ballenero, compaginando su actividad con la agricultura y la ganadería. Actualmente es un tranquilo lugar de veraneo.
Si nos coincide la visita el último fin de semana de Agosto nos encontraremos con las fiestas de la Regalina, declaradas de interés turístico regional, los desfiles de carrozas, bailes regionales, con cientos de personas vestidas con los trajes típicos, coros, danzas… que harán que nos enamoremos aún más del idílico lugar.